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Me siento bajo un techo de zinc que tintinea rítmicamente gracias a la fuerte lluvia que arrecia de toda parte y hacia ningún lugar...

Veo el tiempo pasar lento, gota a gota, suspiro a suspiro... pues no respiro ya... sino que suspiro constantemente por tu amor... El eco de tu aroma y la voz de tu perfume me han dejado ciego temporalmente pero sé que te alejas irremediablemente. Escucho tus pasos sobre el asfalto húmedo y tibio de una tarde extraña llena de agua y sol. No podía ser de otra forma, solo así podías dejar tu huella indeleble y única... eterna y efímera a la vez.

A cada paso vas dejando tras de ti el eco inconfundible que me hace soñar a cada rato. Te escucho, te siento, casi puedo verte a través de la bruma que has dejado frente a mis ojos... estiro mi mano y apenas logro tocar la punta de tu sombra proyectada por el sol poniente que aún se esfuerza desde el horizonte lejano por no sucumbir al giro de la esfera y así traerme tu imagen...

Saludo ansioso al silencio que me rodea feroz como una jauría de lobos, hambrientos de soledad, y me dejo devorar lentamente como ahogado por el tiempo mismo... no siento dolor pues me estoy desangrando y voy entrando en el sopor hemático del sueño profundo, que me abraza una eternidad, junto a mi ventana que se cierra para siempre.

-C.