Sunday, July 15, 2007

ECO

Cuánto deseo el momento de nuestro encuentro.
Como se anhela al rey de la mañana y el abrazo de su luz…
La noche obscura desciende hacia mí
pero tú vienes para salvarme.

Solo tus risas y tus llantos pueden acaso
despertar en mí la conciencia de vivir.
Alabada hermana, amiga… te espero, casi desespero
pero la prudencia puede más sobre mí.
Te quiero sin distinción sobre todo lo terrenal.

Doy gracias al cielo y a su Creador
por el maravilloso don de encontrarte,
o tal vez, reencontrarte después de tantas lunas,
después del tiempo y más allá de la memoria brumosa
de mis primeros años.

Te veo aún a lo lejos pero se hace clara tu figura,
siempre deseada, siempre conocida y familiar,
revelación del cielo, acércate con tu amor.

Cuánto quiero compartir la vida misma que hay en mí,
siéndome dada para recorrerla sempiternamente con vos
hasta el tiempo de la completa redención,
cuando volemos a gusto por en medio de los tiempos
sin ser afectados por ellos.

Vuelve a mí como el eco al llamar tu nombre.
Nunca dejes de llenar mis oídos con tu voz
de miles de aguas, de sollozos y risas.

Vuelve a mí como en el principio fue pronunciado
tu nombre con el mío, uniéndose desde entonces
hasta encontrar el momento en el Creador,
para vibrar en perfecta armonía.

-C.

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